Kenneth A. Arnold fue un piloto privado de Boise, la capital de Idaho, en Estados Unidos, que nació el 19 de marzo de 1915 y falleció el 16 de enero de 1984. El legado de este hombre es muy significativo para los entusiastas de la ufología gracias a un avistamiento de ovnis poco común que tuvo mientras desarrollaba su tarea profesional en los cielos norteamericanos.
El 24 de junio de 1947 Kenneth A. Arnold reportó haber visto nueve ovnis en las cercanías de Mount Rainier, Washington, cuando estaba buscando una aeronave militar desaparecida piloteando un CallAir A-2. A la hora de describir los objetos anómalos recordó que eran muy brillantes por el reflejo del sol, volaban de manera errática y a una velocidad que describió con una palabra elocuente: “Tremenda”.
Lo interesante del relato de Kenneth A. Arnold sobre su avistamiento de ovnis es que se considera como el primero en su tipo en Estados Unidos, aunque en realidad hubo otros incidentes similares previos al del piloto privado menos divulgados que no trascendieron el paso del tiempo como el hecho del que hoy estamos escribiendo.
Kenneth A. Arnold contó su verdad
La historia de Kenneth A. Arnold fue muy divulgada por agencias de noticias de la talla de Associated Press. El piloto privado contó que vio nueve ovnis volando cerca del Monte Rainier en junio de 1947. Posteriormente al avistamiento aterrizó en Yakima, Washington, para luego hacer un informe de rutina al representante de la Administración de Aeronáutica Civil.
Regresando a Boise Kenneth A. Arnold se detuvo en Pendleton, Oregon, y compartió su historia con un grupo de personas entre las que se encontraba un periodista. En la charla contó que los objetos que vio “volaban erráticamente, como un plato lanzado al agua” y de esa definición surgió el popular término “platillo volador”. El piloto siempre sostuvo que fue malinterpretado ya que hablaba del movimiento de las anomalías y no de su forma que según él era como una media luna, oval delante y convexa en la parte trasera, parecida a un molde para pastel cortado a la mitad. ¿Qué tal?