La potencial llegada de alienígenas a la Tierra es una alternativa que genera muchas sensaciones distintas. Si fueran pacíficos, estaríamos frente al suceso más significativo en toda la historia de la humanidad. Sin embargo, existe la chance de que sean hostiles, y frente a ese escenario se genera una preocupación válida. Tengamos en cuenta que todo el tiempo estamos transmitiendo señales que revelan nuestra posición en el cosmos. ¿Realmente queremos que nos encuentren?
Si analizamos lo ocurrido en la época del colonialismo donde culturas europeas sometieron a los aborígenes de América estamos en condición de decir que cuando una civilización superior se encuentra con una menos avanzada el resultado es pésimo para aquellos que son dominados. Incluso podemos hablar de genocidio. ¿Ese puede ser el caso con los alienígenas? ¿O existe la chance de que sean avanzados y pacíficos?
Hasta el momento sólo hemos especulado sobre los alienígenas. Es cierto, hay imágenes que están insertadas en el interior de la psiquis social como los grises, esos extraterrestres de baja estatura, cabezas grandes y ojos color negro. Asimismo, el formato de los vehículos de los visitantes quedó definido desde que Kenneth Arnold habló de “platillos saltando sobre el agua” en 1947 y la prensa acuñó el término platillos voladores.
¿Qué representan los alienígenas?
La palabra alienígena proviene del término latín “alienus” y significa “que pertenece a otro”, “foráneo” o “extraño”. Estamos hablando de algo que es absolutamente ajeno a nosotros. En muchos países, la palabra evoca exclusión, sospecha y alteridad, especialmente en el contexto de los debates actuales sobre migración e integración. Los alienígenas tienen una connotación negativa, por lo menos en ese aspecto que la actualidad le brinda a la definición del término.

Definir al otro nos define a nosotros mismos. Lo mismo ocurriría con los alienígenas y el humano. De pronto, con su llegada nuestro lugar en el universo se vería modificado. Ya no seríamos la única civilización inteligente. Es más, si los extraterrestres alcanzaron un desarrollo tecnológico superior al nuestro, perderíamos ese “puesto de privilegio” que mantenemos hasta el día de hoy. Por supuesto acusaríamos el impacto de ese despertar. Habrá que ver cómo se desarrollaría el vínculo con los extraterrestres. Habría que ver, en definitiva, cómo sería esa relación de lo ajeno con lo propio…
